Niños jugando a ser hombres, solo buscan adoración, ser el centro en la vida de alguien, no los impulsa la necesidad de afecto, es algo mas profundo, es un deseo egoísta de sentirse únicos. Viven su vida con una sensacion de vacío a pesar de tenerlo todo, buscan en alguien mas su reflejo, todas esas cosas que el entorno no les permite. Entran a la vida de alguien a base de mentira y manipulación. Parecen frágiles victimas o nos recuerdan al duro de una película con el alma torturada. De una película... La vida no lo es, no va a tener un final feliz, no va a haber besos apasionados y una heroína sucumbiendo en sus brazos extasiada de felicidad y amor. No porque ella no lo quiera sino porque cuando piensa lanzarse a esos brazos demuestran lo que son, niños asustados, temerosos de lo que significa ese abrazo, de tener que dejar de pensar solo en ellos, de que se acabe la magia y ya no curen sus heridas. De tener que proteger algo que realmente nunca amaron, solo fingieron lo necesario para obtener un poco de eso que les faltaba, eso que hacen a un lado de su vida cuando se recuperaron de lo que sea que les paso y los llevo a necesitar adoración.
Usan a su favor el natural instinto maternal y el problematico complejo de mesías.
Las inocentes victimas de la circunstancia, el mundo o lo que sea que los lastimo se convierte en victimario.
La víctima usa su debilidad casi sin saberlo para someter al victimario.
El pago por cuidarlos es una puñalada, de frente y sin culpa.
Niños jugando a ser hombres... Deberían venir con un cartel de advertencia.
